FUENTE: "Vanity Fair" Marzo 2021
Es uno de los iconos más importantes del imaginario feminista: una mujer con mono de trabajo y pañuelo de lunares rojos mostrando el biceps como símbolo de fuerza bajo el lema “We can do it!” (¡Nosotras podemos hacerlo!) .o. A su protagonista se la conoce como “Rosie, la remachadora” y durante mucho tiempo nadie pensó en quién era la persona que estaba detrás, si es que había alguna en concreto. Hoy, sabemos que esa mujer era Naomi Parker Fraley, que falleció el pasado enero a los 96 años. Aunque puede que no esté tan claro.
La historia del cartel de Rosie supone atravesar la propia historia de la segunda mitad del siglo XX. Para empezar, lo que es un icono del poder femenino no nació con esa intención. En su origen no pretendía otra cosa más que animar a las mujeres americanas a ocupar los trabajos en las fábricas de los soldados movilizados durante la segunda guerra mundial. Era un llamamiento en contra del absentismo laboral y las huelgas, todo en pos de que no se detuviese la poderosa industria de la guerra de Estados Unidos, una especie de equivalente al famoso cartel del Tío Sam con el “Te quiero a ti en el ejército de los Estados Unidos”. Pero, al contrario que con este símbolo patriótico, su éxito no fue inmediato. Durante años el cartel del artista de Pittsburgh J. Howard Miller no destacó entre la profusa producción propagandística de la guerra. Tuvieron que pasar décadas y que llegasen los años 80 para que una nueva generación lo descubriese y le diese un significado completamente distinto. Rosie ya no era un instrumento de propaganda bélica, sino un llamamiento al poder de las mujeres con una fuerza icónica tal que podía comercializarse con él e incluirlo en souvenirs, posters para dormitorios o camisetas. Y no tardó en llegar el momento en el que alguien se preguntó quién era esa Rosie que ahora funcionaba como icono pop al nivel de la foto del Che Guevara de Alberto Korda.
Emmeline Pethick-Lawrence, una de las más destacadas sufragistas lo explicaba así: “El violeta, color de los soberanos, simboliza la sangre real que corre por las venas de cada luchadora por el derecho al voto, simboliza su conciencia de la libertad y la dignidad.